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viernes, 20 de agosto de 2010

La obesidad es una enfermedad que ha crecido rápidamente en toda la población,

Claudia Mercedes D'Ippolito 
VIDA


La obesidad es una enfermedad que ha crecido rápidamente en toda la población,


incluyendo a los niños, en una magnitud alarmante. Pero, ¿cómo distinguir entre


un mero exceso de peso y una verdadera enfermedad con grandes consecuencias


emocionales y físicas de corto, mediano y largo plazo?


al borde de ser pandemia


Obesidad infantil,


VIDA 24 NOTA DE TAPA


La


La obesidad es considerada la enfermedad crónica no


transmisible más prevalente en el mundo. Debido a


su rápido crecimiento, la Organización Mundial de


la Salud (OMS) la considera una epidemia mundial


y sus cifras actuales también resultan alarmantes en la infancia.


Recientemente, el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil


(CESNI) realizó un estudio en el que se compararon diferentes


trabajos epidemiológicos acerca de la obesidad y el sobrepeso infantil


en distintas poblaciones del país y determinó que 2.500.000


personas menores de 18 años tienen sobrepeso y obesidad.


Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada por


el Ministerio de Salud de la Nación, durante el 2004-2005, la


proporción de obesidad en niños de entre 6 meses y 5 años es de


VIDA
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El mayor contenido en grasas, azúcares


y calorías inclinan la balanza a


favor del sobrepeso.


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VIDA


VIDA 24 NOTA DE TAPA


Alimentar a los bebes solo con leche materna al menos durante los


primeros 6 meses. Luego, es necesario complementar agregándole


de a poco otros alimentos diferentes, de todos los grupos.


Es importante tomarse el tiempo suficiente para darles de comer


bien, con tranquilidad, ayudándoles a que prueben otros alimentos


y se acostumbren a ellos.


A partir del año de vida, los niños pueden compartir la mesa familiar


y comer los mismos alimentos que consume el resto de la familia.


Cuando los niños se enferman, hay que darles de comer repetidas


veces, pequeñas porciones de comida sencilla y liviana. No


hay que reducir ni suspender la lactancia ni la comida de un niño


enfermo.


Cada cierto tiempo –todos los meses hasta que cumplen 6 meses


y luego cada dos meses hasta que cumplen 2 años–, es muy importante


controlar el crecimiento y el desarrollo de los niños. Esto


permite saber si están bien alimentados.


En los primeros años


6,4 a 6,7%. El Dr. Esteban Carmuega, director


del CESNI, afirmó que “la mitad de


la población adulta de la Argentina tiene


sobrepeso u obesidad y que de ella aproximadamente


la mitad ha comenzado en la


infancia o en la adolescencia. El promedio


de niños en el país finaliza su crecimiento


con 640 gramos de más (en relación con


las curvas de crecimiento de la OMS)”.


Y comentó que “se observa un fenómeno


que se repite en otros países de la región,


que consiste en un desplazamiento de la


obesidad hacia los sectores más vulnerables


de la población”.


A una escala global, la OMS determinó


que hay más de 20 millones de niños menores


de 5 años en el mundo obesos o con


sobrepeso, y se estima que un 10% de los


niños en edad escolar (entre 5 y 17 años)


padecen de obesidad.


“La obesidad es todo incremento de peso


a expensas del tejido graso de depósito


(adiposo) en grado tal que puede significar


un riesgo para la salud, ya sea en el momento


en que se produce o bien en años


posteriores”, definió la Dra. María Isabel


Rosón, doctorada en nutrición y autora de


varios libros sobre diabetes. Y señaló que


“este aumento resulta de un desequilibrio


entre el consumo y el gasto de energía, y


provoca un cambio en la composición corporal.


En efecto, el resultado es una menor


cantidad de masa magra –los músculos, el


esqueleto y las vísceras– en relación con la


grasa de depósito almacenada”.


“Es necesario ingerir alimentos porque


necesitamos energía y nutrientes esenciales


para el funcionamiento de nuestro organismo”,


explicó la Dra. Andrea Cotti,


jefa de la Sección Nutrición Infantil del


Hospital Universitario Austral (HUA).


Si por diferentes motivos se come más o


se gasta menos de lo necesario, la energía


se acumula en forma de grasa y el peso


corporal aumenta. En los niños, si el


aumento de peso es mayor al crecimiento,


hay riesgo de sobrepeso y obesidad.


Normalmente el equilibrio energético se


mantiene a expensas de diferentes sustancias


químicas y hormonas que actúan


sobre la saciedad y el gasto energético.


“Si se rompe este delicado equilibrio,


la balanza se inclina hacia la obesidad


y una vez que esta situación se instala


estamos en presencia de un individuo


obeso que requiere tratamiento”, agregó


la Dra. Cotti.


Todo queda en familia


La obesidad surge de la estrecha relación


entre la genética, aportada por los padres,


más el ambiente o estilo de vida, que abarca


los hábitos alimentarios y la actividad


física. Es una enfermedad multifactorial


que debe ser abordada desde diversos


aspectos: médico, epidemiológico, social,


político, económico y psicológico.


“Los genes, la predisposición familiar,


tienen una activa participación en el control


del peso corporal, en el apetito, en la


regulación de la energía y además, en la


cantidad y distribución de la grasa en el


cuerpo”, señaló la Dra. Cotti. Así, la genética


interactúa con el medio ambiente, que


condiciona la disponibilidad de comida y


la actividad física. La Dra. Rosón precisó


que la herencia o los factores genéticos son


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En la Argentina se observa la “obesidad de la pobreza” como consecuencia


de una mala alimentación.


Prevalecencia de estado nutricional


antropométrico según grupo de edad


(expresado en porcentaje)


Niños/as de 6 meses a 5 años


Adelgazamiento morboso


Desnutrición global


Acortamiento


Obesidad


1,2 %


3,8 %


4,2 %


6,6 %


Fuente: Encuesta Nacional de Nutrición y Salud ENNyS. Realizada por el


Ministerio de Salud de la Nación durante el 2004-2005


Niños de 6 a 23 meses


Adelgazamiento morboso


Desnutrición global


Acortamiento


Obesidad


1,0 %


3,2 %


4,4 %


6,4 %


Niños de 2 a 5 años


Adelgazamiento morboso


Desnutrición global


Acortamiento


Obesidad


1,2 %


3,9 %


4,6 %


6,7 %


responsables en un 30% o un 40% del desarrollo de la obesidad.


La capacidad para deshacernos de esas calorías extras está determinada


genéticamente. “Por esa razón, los niños que provienen


de una familia en la que uno de los progenitores es obeso tiene


un riesgo un 25% mayor de desarrollar obesidad; si ambos padres


son obesos ese riesgo se duplica”, afirmó el Dr. Carmuega.


Obeso, ¿por qué?


Dentro de la familia se comparten tipos de alimentos, tamaño


de porciones, formas de cocinar, número de raciones y otros


aspectos no específicamente nutricionales pero que acompañan


la comida y varían de familia en familia, transmitiéndose por


generaciones. Durante la niñez se inculcan los hábitos de vida


y son los padres quienes con el ejemplo modelan la conducta


de los chicos frente a la comida, la actividad física y el uso del


tiempo libre.


Los cambios del estilo de vida moderna han desplazado a la


alimentación casera por comidas pre elaboradas con mayor contenido


graso, azúcares y calorías que inclinan la balanza a favor


del sobrepeso. Agregó la Dra. Cotti que el


el sedentarismo, el tiempo prolongado frente al televisor, la


computadora y los videojuegos hacen que los niños gasten menos


energía, aumentando el peso corporal.


Además, en la Argentina se observa lo que se ha denominado


la “obesidad de la pobreza”, como consecuencia de una mala


alimentación carente de proteínas de alto valor biológico, pero


con exceso de grasas saturadas y de monosacáridos (azúcares


simples).


La Dra. Rosón enumeró otras posibles causas precisas de la


obesidad infantil: los factores ambientales, la falta de orden en


el horario de las comidas, las alteraciones hormonales y enfermedades


asociadas a estas; y los factores psicológicos y emocionales,


ya que muchos infantes recurren al consumo de alimentos para


calmar la ansiedad generada por numerosas razones y, a su vez,


como consecuencia por el sufrimiento que provoca la obesidad


en sí: discriminación de sus pares y baja autoestima.


¿Me preocupo?


Existen algunas señales que ayudan a pensar que el peso de


un niño es una preocupación. Más allá del aspecto físico (más o


menos robusto) es muy importante la actitud del niño hacia la


comida y la cantidad de actividades que realiza con esfuerzo físico.


Por ejemplo, hay que prestar atención si está muy ansioso y busca


golosinas, o come con insistencia fuera del horario de las cuatro


comidas básicas, o no logra una sensación de saciedad.


Un chico puede tener un peso mayor para su edad, sin embargo


lo importante es determinar la relación entre el peso y la


estatura que se calcula con el IMC (Índice de Masa Corporal),


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VIDA


VIDA 24 NOTA DE TAPA


Los genes, que constituyen la predisposición familiar, tienen una activa participación en el


control del peso corporal, en el apetito, en la regulación de la energía y además, en la cantidad y


distribución de la grasa en el cuerpo.


Un indicador clínico de corpulencia Para


los chicos existen tablas según el sexo y


la edad que determinan si un niño tiene


riesgo de obesidad o si está obeso.


Implicancias y recursos


Entre sus consecuencias, la Dra. Cotti

explicó que varias investigaciones


han comprobado que la obesidad en la


niñez comparte los mismos problemas


con la adultez: hipertensión arterial,


alteraciones en los lípidos sanguíneos,


en el metabolismo de los carbohidratos


y diabetes, factores todos que aumentan


el riesgo cardiovascular. “Un niño obeso


compromete su salud tempranamente,


ya que también se asocia con alteraciones


ortopédicas, trastornos del sueño, enfermedades


cardiovasculares, problemas


dermatológicos, litiasis biliar y trastornos


psicosociales que conducen al aislamiento


y a la pérdida de la autoestima”, enumeró


la Dra. Cotti. Por eso, la obesidad infantil


debe analizarse desde dos perspectivas:


por un lado, las complicaciones a corto


plazo, y por otro, la fuerte asociación con


la obesidad adulta.


Esto demuestra aún más la necesidad


de prevención desde la pediatría. “Una


vez estudiados los factores causantes y el


impacto que la obesidad está generando


en el paciente, el tratamiento consiste


principalmente en trabajar sobre hábitos


de vida saludables”, señaló la doctora.


El futuro


El gran desafío en el tratamiento de


la obesidad infantil es la educación nutricional


y la prevención. Esta puede ser


encarada desde muy temprano, incluso


con el cuidado de la mamá embarazada,


ya que tanto el bajo como el alto


peso de nacimiento están vinculados


a la obesidad en la adultez. También


promover la lactancia materna previene


la obesidad.


El Dr. Carmuega afirmó que “la obesidad


es la pandemia de nuestro siglo. Por


eso, la mayor parte de los países destinan


recursos para el tratamiento temprano y


la prevención. Esta patología no sólo implica


una disminución de la expectativa


de vida, sino también de la calidad de vida


y el aumento de enfermedades cardiovasculares,


el cáncer y la diabetes”.


El Dr. Carmuega concluyó que “si


queremos ser optimistas en este tema es


porque estamos dispuestos a pagar los


costos que implica un cambio de paradigmas


en nuestra forma de alimentarnos


y movernos. Es posible, pero demanda


una clara decisión en todos los niveles: el


Estado, las instituciones, la industria alimentaria,


la comunicación en la familia y


los profesionales de la salud como agentes


de cambio”.

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