Literatura norteamericana
La narrativa breve del autor de 'Moby Dick'
Por Luís Martínez González, en 3 de diciembre de 2010
No es de extrañar por tanto que la titánica lucha del capitán Ahab, patrón del Pequod, contra la gigantesca criatura rezume autenticidad. Ni que otros relatos del neoyorkino nos hagan ver los Mares del Sur como si nos encontrásemos en ellos. Ni tampoco que Las Encantadas nos retraten fielmente las singulares islas Galápagos, en cuya fauna adivinóDarwin sus tesis sobre la evolución de las especies.
Sin embargo, Melville es mucho más que eso. Considerado uno de los fundadores del la literatura norteamericana , toda su obra constituye una ejemplar lucha simbólica entre las fuerzas del Bien y las del Mal. Ello no significa que el testarudo capitán sea una encarnación del primero. Muy al contrario, podría decirse que, si la ballena representa el Mal inconsciente, el marino, al llevar a la muerte a toda su tripulación, personifica la maldad absurda y obstinada.
No obstante, hoy se considera ese segundo periodo creativo de Melville –el que se inicia con Moby Dick- como su etapa más brillante. A ella pertenece también el volumen de relatos breves titulado Cuentos de Piazza, en el que se incluye la inquietante Bartleby el escribiente que nos presenta la absurda figura de un empleado que comienza por negarse a trabajar y va abandonándose hasta dejarse morir.
Otro singular relato de Melville es El vendedor de pararrayos, ambientado en las montañas. En plena tormenta, aparece en casa del protagonista un comerciante de estos utensilios que, con objeto de venderlos, muestra un completo conocimiento de esos fenómenos atmosféricos y anuncia toda clase de accidentes a quién no se los compre. Su anfitrión, con una mezcla de estupor y de indignación ante tan singular comportamiento, termina por echarlo de su casa.
Bajo esta aparente sencillez, Melville oculta una crítica mordaz hacia aquellas personas que se enriquecen a costa del miedo o la ignorancia de los demás. Y es que, en los relatos del norteamericano, siempre se debe profundizar para encontrar el sentido último de su mensaje.
Podéis leer el cuento aquí.
Fuente: Kirjasto.
Fotos: Casa de Melville: Pablo Sánchez en Flickr | Tahití: Steve Punter en Flickr.